El síndrome del niño hiperactivo ha existido desde hace tres (3) millones de años, pero su conocimiento se popularizó desde 1935 cuando se descubrió que la medicación Ritalina podía en forma efectiva mejorar la capacidad de aprendizaje del infante. Este transtorno se caracteriza principalmente por tres cosas: El niño es super inquieto, no puede prestar atención en clase y por lo tanto aprende muy poco, y por último es impulsivo. El 60% de estos niños también tiene trastorno de aprendizaje asociado, ello genera un sentimiento de continua angustia y frustración tanto en el pequeño como en sus padres, los cuales reciben frecuentes quejas de los profesores y muchas veces tienen que retirarlo del colegio.
Este síndrome definitivamente afecta en forma directa el futuro personal, social, afectivo y laboral del niño, pues muchas veces por falta de conocimiento por parte de los padres, no es ni siquiera diagnosticado y mucho menos tratado adecuadamente. El niño debe ser evaluado inicialmente sea por el neurólogo, el psiquiatra o el psicólogo.
Este síndrome definitivamente afecta en forma directa el futuro personal, social, afectivo y laboral del niño, pues muchas veces por falta de conocimiento por parte de los padres, no es ni siquiera diagnosticado y mucho menos tratado adecuadamente. El niño debe ser evaluado inicialmente sea por el neurólogo, el psiquiatra o el psicólogo.
El psicólogo del colegio es quien general e inicialmente evalúa el paciente y lo debe referir al neurólogo para el manejo con medicamento. Inicialmente se debe descartar algún problema médico asociado, como los de la función de la glándula tiroidea o baja capacidad en el aprendizaje, el cual se detecta con pruebas de la inteligencia y en ocasiones se ordena el electroencefalograma. Este síndrome afecta más al sexo masculino en relación de 6 a 1 con respecto al femenino y el 5% de la población lo sufre.
Por ello estamos hablando de miles de niños que se beneficiarían si se hiciera un adecuado diagnóstico y tratamiento del mismo por parte del personal especializado. El problema consiste básicamente en un mal funcionamiento en la regulación y producción de catecolaminas en el cerebro, sustancias necesarias para la correcta concentración y atención del individuo.
Existen trastornos asociados en el niño como la depresión, la ansiedad, los tics, los transtornos del sueño, del lenguaje, entre otros, que deben ser diagnosticados y manejados cuidadosamente por el médico tratante. Hay innumerables pruebas clínicas de que el tratamiento con la medicación Ritalina mejora muchísimo la capacidad de concentración y atención del niño, y que disminuye su inquietud e impulsividad. Este medicamento no produce ninguna adicción como se cree popularmente y es además muy económico. Los efectos benéficos se ven después del primer mes de tratamiento y se debe tomar por el tiempo necesario hasta que se regule la producción de catecolaminas, lo cual puede durar varios años. Hay dos efectos secundarios que son raros: La disminución del apetito y la disminución del sueño si se suministra después de las 6:00 p.m.
Hay gran cantidad de pacientes que han respondido excelentemente a la medicación, obviamente con la ayuda simultánea del psicólogo y de terapistas ocupacionales, pero estas ayudas sólo son efectivas si se complementan con la Ritalina.
Existe pues, hoy en día mucha esperanza para el tratamiento de este síndrome que es el trastorno del comportamiento más común en la población infantil.
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